viernes, 8 de diciembre de 2017

EL PAISAJE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO EN EL SIMPOSIO EUROPEO SOBRE ÁRBOLES TRASMOCHOS

Los pasados días 21 y 22  de noviembre se ha celebrado en la localidad de Leitza (Navarra) el 2º Simposio Europeo sobre Árboles Trasmochos organizado por la asociaciones Amigos de los Árboles Viejos y Trepalari, con colaboración del Ayuntamiento de Leitza y el respaldo económico del Gobierno de Navarra.


Buena parte de los árboles trasmochos presentes en las campiñas y montañas de Europa hace décadas que no han sido aprovechados mediante la escamonda. El abandono de la gestión es uno de los principales problemas de conservación que tienen estos árboles campesinos ya que con el tiempo presentan falta de vitalidad y problemas estructurales. Estos árboles tienen un gran valor ambiental, cultural y paisajístico, siendo hoy en día un patrimonio tan valorado como amenazado. Por ello, el esfuerzo de los gestores del medio natural se está aplicando a recuperar el régimen de poda para asegurar la salud y el futuro de estos árboles, generalmente centenarios y, en algunos casos, monumentales. En consecuencia, el tema principal del simposio ha sido la "Restauración de viejos árboles trasmochos: técnicas y resultados".

 

La jornada de exposiciones orales comenzó con las aportaciones de investigadores ingleses, como Helen Read o Jeremy Dagleys, que gestionan espacios naturales propiedad de la ciudad de Londres en los que tienen una extraordinaria importancia ecológica las hayas y los robles trasmochos. Estos árboles, de complicada restauración, están siguiendo un proceso de gestión encaminado a garantizar su futuro y el del hábitat de su entorno.


El equipo de trasmochadores de Leitza presentó a continuación los resultados de los trabajos sobre un centenar de árboles, mayormente hayas, retrasmochados desde hace doce años. Se ha comparado la técnica tradicional de la montaña navarra de poda a la altura de la cruz, con la aplicada por los investigadores ingleses, basada en la reducción de copa.

En Suecia los trasmochos de olmo, tilo y fresno fueron igualmente muy comunes, sobre todo para producir forraje aunque se perdieron en el siglo XX. Hace cuarenta años comenzó de nuevo el interés por la poda del trasmocho aplicando la maquinaria forestal. Actualmente hay subvenciones agrícolas, tanto para la creación de nuevos trasmochos como para el mantenimiento dentro de sus ciclos de corta y en gran número de cursos y publicaciones sobre la gestión de estos árboles para los propietarios.


La asociación profesional Trepalari ha realizado trabajos de recuperación de hayas en el País Vasco experimentando técnicas diversas. La Sociedad de Ciencias Aranzadi presentó igualmente los resultados del seguimiento de hayas trasmochas podadas de diferentes maneras en un bosque de Guipúzcoa.


En el año 2010 la Diputación Foral de Guipúzcoa lideró el proyecto Life+ Biodiversidad y Trasmochos de la mano de la Comisión Europea gestionando un presupuesto de tres millones de euros. El proyecto tenía como objetivo la conservación a largo plazo de los coleópteros saproxílicos de interés comunitario mediante la permanencia del arbolado trasmocho, bien mediante el retrasmochado de árboles con el turno perdido bien mediante la creación de nuevos trasmochos a partir de pies jóvenes que sustituyan a los actuales en un futuro próximo.


Ted Green, veterano investigador de referencia en Europa, insistió en la dificultad de recuperar árboles con el turno de poda perdido hace más de cien años y en la cautela como estrategia a la hora de gestionarlos fomentando el intercambio de experiencias entre el Reino Unido y España, dos países con gran tradición y número de gestión forestal de trasmocho.


Cristina Alcalde presentó las directrices propuestas por la Junta de Castilla y León para aprovechamientos de leñas en trasmochos de roble en la provincia de Soria. Javier Muños, de la Asociación Soriana para la Defensa de la Naturaleza hizo lo propio con el proyecto de inventario colaborativo de chopos trasmochos mediante una aplicación de teléfono móvil que está permitiendo conocer la distribución geográfica, el efectivo y el estado de conservación de estos árboles, siendo destacable que es la primera iniciativa a gran escala que se conoce de esta naturaleza fuera de Aragón.


El Centro de Estudios del Jiloca presentó las singularidades del chopo cabecero en cuanto a su aprovechamiento, interés cultural y ecológico en el sur de Aragón. Y, a continuación fue desgranando muchas de las iniciativas de educación ambiental, publicaciones realizadas, investigaciones, conferencias, web e iniciativas varias que diversas entidades y asociaciones han puesto en marcha durante los últimos quince años dando por fruto un creciente interés en la sociedad por estos árboles trasmochos tan característicos de la cordillera Ibérica. Uno de los frutos ha sido la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Aragón en 2016 al conjunto de saberes tradicionales que ha originado un paisaje cultural e histórico de gran personalidad que, en definitiva, es un reconocimiento a su valor patrimonial. Y, muy recientemente, la incoación de expediente par la declaración del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón. Ambas iniciativas fueron muy bien valoradas por los especialistas reconociéndose el acierto de incluir una perspectiva cultural a estos árboles gestionados secularmente por las comunidades locales que, en el sur de Aragón aún se mantienen vivas. 


Las comunicaciones concluyeron con una aportación de Juan Tomás Alcalde sobre la biodiversidad en los árboles viejos y las posibles afecciones por el retrasmocheo a la fauna y con la presentación por Óscar Schwendtner de unas directrices para los trabajos de trasmoche en Navarra.

Los trabajos de conservación de árboles trasmochos realizados en Leitza fueron recogidos en vídeo y presentados en un documental que fue proyectado en el cine municipal.


El segundo día pudo conocerse directamente el trabajo realizado durante doce años en la dehesa vecinal de Leitza, en donde cien árboles han sido trasmochados o recuperados, mediante diferentes técnicas. En dicha mañana podadores de altura redujeron por segunda vez la copa de un árbol podado hace unos siete años para aproximarlo a la estructura original.   

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